Anorexia y bulimia
Si tienes una hija* adolescente que atraviesa dificultades emocionales (tristeza, irritabilidad, miedos, etc.), es probable que intente regularse y sentirse mejor usando la comida, ya sea dejando de comer, dándose atracones, vomitando o haciendo ejercicio físico excesivo.
Debes saber que ninguna de estas cosas las hace para fastidiarte ni para hacerte la vida más complicada de lo que ya es; seguro que tiene un motivo más profundo de lo puedes pensar. Quítate de la cabeza el estereotipo de que las personas con problemas alimentarios son superficiales, infantiles y que solo les importa la belleza porque sólo tienes que conocer un caso, para darte cuenta del sufrimiento y el dolor que les acompaña.
Es normal que esto que te está pasando como madre* lo sientas como algo inabordable, que se te queda grande. Puede que no sepas como iniciar la conversación con tu hija o incluso, que notes que cuando lo has intentado, ella lo niega en rotundo (“mamá, no tienes ni idea, eso no es verdad”).
En este post, te quiero ayudar con algunas estrategias que puedes utilizar para comunicarte con tu hija adolescente de una forma no confrontadora para que se abra contigo, te cuente sus preocupaciones y los problemas emocionales que hay debajo de su insatisfacción con el cuerpo y la comida.
Los fundamentos psicológicos de lo que veremos a continuación, pertenecen a la Entrevista Motivacional según el enfoque de Mausdley. Esta formación tuve la oportunidad de recibirla durante mi estancia en la Unidad de Trastornos Alimentarios (Mausdley Hospital, London) con la Dra. Janet Treasure.
1. ¿Qué tipo de preguntas le puedo hacer para mantener la conversación?
Es importante dejar que tu hija se exprese y se recomienda la regla del 80-20, es decir, tú hablas 20 y ella 80. Para ello, puedes hacer uso de estas preguntas abiertas que permitirán mayor fluidez en la interacción.
¿Cuáles son tus mayores preocupaciones en este momento?
Me he dado cuenta de que no estás siendo como eres siempre, ¿en qué te puedo ayudar?
Tus amigos están preocupados por ti, ¿tú sabes por qué puede ser?
¿Como puedo apoyarte?
¿Qué crees que puedes hacer?
¿Por qué crees que esto puede ser?
Por favor, ¿puedes explicarme un poco más sobre esto?
¿Hay alguna razón para que te sientas de este modo?
2. ¿Cuándo y cómo abordo la conversación?
Asegúrate de que tienes tiempo y si no lo tienes, reserva un sitio y un espacio para ello. Elimina las barreras físicas, siéntate cerca de la persona, por ejemplo, en el sofá; una mesa en medio puede ser un poco intimidante. Mantén contacto ocular, en la medida en la que éste no sea molesto. Minimiza las distracciones (apaga el teléfono, el ordenador, o la televisión). No es buena idea hacerlo con una película de fondo.
Es importante que mantengas una mente abierta; no hagas interpretaciones ni asunciones, solo escucha. Haz sonidos de escucha y respuestas pequeñas que hacen ver que estas escuchando.
Haz preguntas exploratorias para mostrar que has entendido y quieres saber más preguntando algo que vaya más allá, no te quedes en lo superficial. Aunque no estemos acostumbrados al silencio, no te asustes si se queda callada porque seguramente estará dándole vueltas a lo que estáis hablando, deja tiempo para pensar y explorar sus sentimientos.
Por último, repite lo que te diga para mostrar que le estás escuchando.
3. ¿Qué hago si me niega que exista un problema?
-Termina la conversación dejando la puerta abierta: si crees que no estas llegando a ninguna parte, lleva la conversación al final y deja claro que estás dispuesto a escuchar cuando ella esté dispuesta a hablar. Puede que vuelva después de tener un tiempo para pensar.
-Dile, ¿Entonces realmente no crees que haya ningún tipo de problema y que lo he entendido todo mal? Si se da cuenta de una dificultad por mínima que sea, exploradla juntas.
-Usa a una tercera persona. ¿Por qué piensas que tus amigos o profesores están preocupados por ti?
-Espera. A veces el silencio puede funcionar, relájate por un momento porque esto puede motivarle a continuar hablando y explorando sus sentimientos.
-No usar la palabra trastorno de la conducta alimentaria. No digas, estoy preocupada porque puedes tener anorexia o bulimia. No hay ninguna necesidad de decirlo. Sé paciente, puede que no alcances todo lo que quieres en el primer acercamiento y no consigas su confianza desde el principio. Recuérdale lo importante que es para ti, que estás aquí para ayudarle y seguiréis hablando de esto de vez en cuando.
-No le hagas sentir culpable, ni te hagas la víctima (ej. “Date cuenta de todo lo que me estás haciendo sufrir; la familia entera está preocupada por ti y a ti te da igual todo”). Esta actitud no mejorará la situación y se alejará más de ti.
-Incluso si lo que oyes te parece espantoso, difícil, molesto o duro de oír, intenta permanecer calmada, sin juzgar y acepta. Una reacción negativa puede afectar la confianza y retrasar la recuperación.

4. ¿Qué hago si se sincera conmigo?
Claves:
- ï Contacto ocular sin que cause malestar
- ï Lenguaje corporal abierto, no cruces brazos y piernas
- ï Haz ruidos afirmativos para mostrar que estás escuchando
- ï Reconoce que esto debe estar siendo difícil para el/ella
- ï Dile que estás orgullosa de ella por estar dando este paso tan difícil
- ï Planea que pasará luego o con quién hablaras después (médico de cabecera, profesional de la psicología, etc.).
- ï No te sientas ofendida si muestra indiferencia tras proponerle ayuda o asesoramiento. No te enfades, permanece tranquila. El enfado nunca te ayudará y hará una brecha entre tú y ella.
5. ¿Cómo termino la conversación?
1. Dile que estás orgullosa porque está mostrando coraje y asegúrale que no estará sola en la lucha.
2. Resume lo que habéis hablado para mostrarle que has entendido sus preocupaciones.
3. Habla sobre los objetivos de recuperación- no es algo rápido, pero dile que tú vas a trabajar con ella y con las personas que lo traten para ayudar a arreglar cosas.
4. Infórmale sobre las siguientes medidas de actuación: asegúrate de que sean simples y que entiende su necesidad(p. ej. pedir cita, informar a un buen amigo y pedirle ayuda, etc.).
Por último, recuerda que los problemas alimentarios (dietas, laxantes, vómitos, ejercicio excesivo, etc.) son solo la punta del iceberg de dificultades a nivel emocional. Desculpabilicemos para que nos perciba como aliadas y apoyo en el proceso de recuperación. Evitemos caer en la crítica o en los juicios de valor porque nuestra hija está sufriendo y nos necesita. Nuestro objetivo último es, por tanto, que se dé cuenta de que tiene un problema y de que necesita ayuda profesional para aliviar su malestar.
* Haremos uso del término en femenino pues por datos de prevalencia las mujeres presentan 9 veces más problemas alimentarios que los hombres pero esto no quiere decir que las recomendaciones no sean útiles para los chicos que sufren dificultades de este tipo. Así mismo, aunque se ha usado como destinataria de este post, “la madre” de la hija adolescente, también va dirigido a los cuidadores, abuelos/as, padres, profesorado, tutores varones que están cerca de la persona que sufre.